Agosto 06, 2020

Algunas razones para pensar en el arte como una inversión sostenible.

Quienes conocen el negocio afirman que invertir en obras de artistas bien posicionados en el mercado puede generar hasta el 30% rentabilidad anual.

Algunas razones para pensar en el arte como una inversión sostenible.

Algunas razones para pensar en el arte como una inversión sostenible.

Quienes conocen el negocio afirman que invertir en obras de artistas bien posicionados en el mercado puede generar hasta el 30% rentabilidad anual.

Por: Freddy Suárez Gutiérrez

Hoy, más que nunca, las economías mundiales están convulsionadas. El pánico ronda todas las esferas sociales y las bolsas de valores no son la excepción. La constante incertidumbre repercute directamente en la depreciación de las monedas, las crisis financieras y las quiebras institucionales e hipotecarias están a la orden del día. Es en estos momentos de especulación y volatilidad, donde el arte entra a jugar un papel protagónico como “salvavidas”, para quienes supieron ver en las obras de arte un nicho seguro de inversión.

La caída de los mercados y los tiempos de guerra son solamente dos tipos de eventos que tienden a impulsar el alza en el valor del arte. Jianping Mei y Michael Moses, son los catedráticos de NYU (New York University), quienes crearon el índice de precios en el negocio del arte. En un reciente estudio publicado, Mei y Moses plantearon lo que hicieron cuatro guerras recientes a los precios de la pintura y 27 recesiones en los Estados Unidos.

Mei y Moses concluyen que: “Durante los conflictos armados de duración muy larga del siglo pasado, el arte presentó un índice de rentabilidad que se incrementó en corto tiempo”.

Algunos datos históricos arrojan los siguientes resultados:

·    Durante la Primera Guerra Mundial, las bolsas de Estados Unidos y la británica cayeron en promedio un 25%, mientras que el arte durante el mismo periodo había subido un 125% de su valor. 

·    En la Segunda Guerra Mundial las bolsas de Londres y Nueva York  se hundieron. Hasta 1946 se habían recuperado en un 107% y 100%, respectivamente. Para entonces, el arte alcanzaba un 130% de su valor de 1937 previo a la guerra.

·    El S&P 500 aumentó el 67% durante la guerra coreana (1949 a 1954). En ese mismo periodo, el índice del arte de Mei/Moses fue superior  del 108%.

      Durante la guerra de Vietnam, el S&P 500 disminuyó el 27% entre 1966 y 1975, mientras que el arte subió el 256%.

Como es bien sabido, los años 90’s llegaron a Latinoamérica acompañados de la agresiva era de la globalización, posicionando al arte como un Commodity preciado de circulación. El cambio rápido de mano de los grandes capitales favoreció la creación de nuevas élites, propició hábitos de consumo e inyectó  nuevos protagonistas en la escena del campo artístico. No hay que dejar pasar por alto, la exposición de arte latinoamericano de 1993 en el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York (MOMA), como el gran punta pie que visibilizó el arte latinoamericano, dándole el lugar que se merecía. 

El auge del arte Latinoamericano está dando como resultado un creciente número de artistas bien posicionados en los mercados globales. Hay cada vez más obras para todos los gustos y presupuestos. Es común ver que los inversionistas más jóvenes apuestan por el arte de las nuevas tecnologías y nuevos soportes como: el arte digital, la instalación, vídeo instalación, fotografía, etc. Otros, prefieren apostar por el arte tradicional de pinturas o esculturas de tipo figurativo o abstracto.

Respecto a la manera de invertir, hay quienes no se toman riesgos e invierten en artistas tradicionales de renombre (fallecidos o vivos consagrados), que el mercado ha legitimado, pero que pueden llegar a valer miles de dólares. Este tipo de arte puede estar sujeto a la especulación y hay que tomar ciertos recaudos, como conocer el origen y autenticidad de las piezas. En este caso, se recomienda adquirir obras con su respectivo certificado de autenticidad que acredite la procedencia. De carecer de documentación, se debe exigir al vendedor un certificado  emitido por un especialista autorizado o por una institución de confianza.

Otros son más osados y van más allá, tomando riesgos a largo plazo. Es decir, apuestan a artistas emergentes pero con futuro promisorio, suponiendo un incremento progresivo de sus valores. La desventaja de este grupo es que se apuesta en un margen de tiempo indeterminado. La gran ventaja es que invierten en artistas de su gusto, siguiendo de cerca la trayectoria, el incremento de los valores y sumando la posibilidad de conocer al artista en persona. Esto, asegura con certeza la procedencia y originalidad de las obras adquiridas, haciéndolas incuestionables.

Teniendo en cuenta que el arte, en general, puede alcanzar precios variables y que haya cada vez más interés por invertir en este tipo de activos, la mayoría de los artistas y galeristas están dispuestos a acordar el pago en cuotas. Cada vez con mayor frecuencia los interesados compran con financiación y menos de contado.  La estrategia es adaptarse al poder adquisitivo del inversor. Con el arte joven hay menos previsibilidad de que los precios se inflen rápidamente, pero si logran entrar en el circuito nacional o internacional será una excelente inversión. 

Ranking de obras latinoamericanas  mejor pagadas en subastas:

Según el portal Cultura Colectiva:

1.    Diego Rivera. (México). “Los Rivales” (1931).  9,7 millones de dólares.

2.    Frida Khalo. (México). “Dos Desnudos en el Bosque” (1939). 8 millones de dólares.

3.    Rufino Tamayo. (México). “Trovador” (1945). 7,2 millones de dólares.

4.    Frida Khalo. (México). “Raíces” (1943). 5,6 millones de dólares.

5.    Roberto Matta. (Chile). “Endless Nudes” (1941). 2 millones de dólares.

Ranking de obras universales mejor pagadas en subasta.

1. Paul Cézanne. “Jugadores de Cartas” (1894). 250 millones de dólares.

2. Pablo Picasso. “El Sueño” (1932).  155 millones de dólares.

3. Francis Bacon. “Tres Estudios de Lucian Freud” (1969). 142,4 millones de dólares.

4. Jackson Pollock. “No. 5” (1948). 140 millones de dólares.

5. Willem de Kooning. “Mujer III” (1951). 137,5 millones de dólares.

A la hora de invertir en obras de arte, el principal consejo es asesorarse bien, ya sea a través de una galería de reconocida trayectoria o un marchant de confianza. Al igual que en la bolsa de valores se recurre a un comisionista, lo mismo sucede con el mercado de arte. Siguiendo estos consejos básicos de inversión, el único riesgo real del inversor es obtener buenos dividendos, además del goce que produce la convivencia diaria con obras de arte originales. 

·    Durante la Primera Guerra Mundial, las bolsas de Estados Unidos y la británica cayeron en promedio un 25%, mientras que el arte durante el mismo periodo había subido un 125% de su valor. 

·    En la Segunda Guerra Mundial las bolsas de Londres y Nueva York  se hundieron. Hasta 1946 se habían recuperado en un 107% y 100%, respectivamente. Para entonces, el arte alcanzaba un 130% de su valor de 1937 previo a la guerra.

·    El S&P 500 aumentó el 67% durante la guerra coreana (1949 a 1954). En ese mismo periodo, el índice del arte de Mei/Moses fue superior  del 108%.

      Durante la guerra de Vietnam, el S&P 500 disminuyó el 27% entre 1966 y 1975, mientras que el arte subió el 256%.

Como es bien sabido, los años 90’s llegaron a Latinoamérica acompañados de la agresiva era de la globalización, posicionando al arte como un Commodity preciado de circulación. El cambio rápido de mano de los grandes capitales favoreció la creación de nuevas élites, propició hábitos de consumo e inyectó  nuevos protagonistas en la escena del campo artístico. No hay que dejar pasar por alto, la exposición de arte latinoamericano de 1993 en el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York (MOMA), como el gran punta pie que visibilizó el arte latinoamericano, dándole el lugar que se merecía. 

El auge del arte Latinoamericano está dando como resultado un creciente número de artistas bien posicionados en los mercados globales. Hay cada vez más obras para todos los gustos y presupuestos. Es común ver que los inversionistas más jóvenes apuestan por el arte de las nuevas tecnologías y nuevos soportes como: el arte digital, la instalación, vídeo instalación, fotografía, etc. Otros, prefieren apostar por el arte tradicional de pinturas o esculturas de tipo figurativo o abstracto.

Respecto a la manera de invertir, hay quienes no se toman riesgos e invierten en artistas tradicionales de renombre (fallecidos o vivos consagrados), que el mercado ha legitimado, pero que pueden llegar a valer miles de dólares. Este tipo de arte puede estar sujeto a la especulación y hay que tomar ciertos recaudos, como conocer el origen y autenticidad de las piezas. En este caso, se recomienda adquirir obras con su respectivo certificado de autenticidad que acredite la procedencia. De carecer de documentación, se debe exigir al vendedor un certificado  emitido por un especialista autorizado o por una institución de confianza.

Otros son más osados y van más allá, tomando riesgos a largo plazo. Es decir, apuestan a artistas emergentes pero con futuro promisorio, suponiendo un incremento progresivo de sus valores. La desventaja de este grupo es que se apuesta en un margen de tiempo indeterminado. La gran ventaja es que invierten en artistas de su gusto, siguiendo de cerca la trayectoria, el incremento de los valores y sumando la posibilidad de conocer al artista en persona. Esto, asegura con certeza la procedencia y originalidad de las obras adquiridas, haciéndolas incuestionables.

Teniendo en cuenta que el arte, en general, puede alcanzar precios variables y que haya cada vez más interés por invertir en este tipo de activos, la mayoría de los artistas y galeristas están dispuestos a acordar el pago en cuotas. Cada vez con mayor frecuencia los interesados compran con financiación y menos de contado.  La estrategia es adaptarse al poder adquisitivo del inversor. Con el arte joven hay menos previsibilidad de que los precios se inflen rápidamente, pero si logran entrar en el circuito nacional o internacional será una excelente inversión. 

Ranking de obras latinoamericanas  mejor pagadas en subastas:

Según el portal Cultura Colectiva:

1.    Diego Rivera. (México). “Los Rivales” (1931).  9,7 millones de dólares.

2.    Frida Khalo. (México). “Dos Desnudos en el Bosque” (1939). 8 millones de dólares.

3.    Rufino Tamayo. (México). “Trovador” (1945). 7,2 millones de dólares.

4.    Frida Khalo. (México). “Raíces” (1943). 5,6 millones de dólares.

5.    Roberto Matta. (Chile). “Endless Nudes” (1941). 2 millones de dólares.

Ranking de obras universales mejor pagadas en subasta.

1. Paul Cézanne. “Jugadores de Cartas” (1894). 250 millones de dólares.

2. Pablo Picasso. “El Sueño” (1932).  155 millones de dólares.

3. Francis Bacon. “Tres Estudios de Lucian Freud” (1969). 142,4 millones de dólares.

4. Jackson Pollock. “No. 5” (1948). 140 millones de dólares.

5. Willem de Kooning. “Mujer III” (1951). 137,5 millones de dólares.

A la hora de invertir en obras de arte, el principal consejo es asesorarse bien, ya sea a través de una galería de reconocida trayectoria o un marchant de confianza. Al igual que en la bolsa de valores se recurre a un comisionista, lo mismo sucede con el mercado de arte. Siguiendo estos consejos básicos de inversión, el único riesgo real del inversor es obtener buenos dividendos, además del goce que produce la convivencia diaria con obras de arte originales. 

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Autor:   Arti - Tienda de arte y diseño
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